Siempre se ha dicho que técnicamente las abejas no pueden volar, pero vuelan porque ellas no lo saben. En relación a su cuerpo, sus alas son demasiado pequeñas y no deberían ser capaces de generar sustentación para tanto peso.
Recientemente se ha descubierto por qué vuelan: una batida de alas de corto recorrido que efectúan 230 veces por segundo, variando el ángulo automáticamente, de forma instintiva, cuando van cargadas de polen o néctar.
Al igual que el de otros insectos como la libélula, el vuelo de la abeja se lleva investigando concienzudamente desde hace décadas y se cree que la comprensión del diseño y el funcionamiento de sus alas podrá ayudar a crear hélices más eficientes para aviones.
La ingeniería aeronáutica más avanzada es siempre la de la naturaleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario